«Él
nunca ganó un premio –explica Ortega–, no recibía más de 500 dólares al año por
sus derechos de autor, y tuvo que trabajar de traductor medio año toda la vida.
La literatura era gratuita, y lo único que no tenía precio.»
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2 comentarios:
Que, por cierto, vaya traductor. Elevaba, con su toque, el trabajo sobre el que se volcaba.
En mi familia hay anécdotas del paso de Cortázar por la docencia, o sea, de la época en que él era muy joven y trabajaba como profesor de escuela secundaria. Ya en ese momento (me cuentan) manejaba unos cinco idiomas y estaba estudiando sánscrito... Quería leer a los poetas persas en su idioma original, sin traducciones que alteraran los poemas.
Un abrazo,
Esther
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